Este tipo de lesión es el resultado de caídas, traumatismos o impactos directos y se da cuando un hueso se rompe debido a una fuerza aplicada que supera su capacidad de resistencia.
Las fracturas pueden variar en gravedad, desde simples fisuras hasta fracturas complejas con desplazamiento óseo. Los síntomas típicos incluyen dolor intenso en el sitio de la fractura, inflamación, deformidad visible, dificultad para mover la extremidad afectada y en algunos casos, hematomas o heridas abiertas en la piel sobre la fractura. El diagnóstico se realiza mediante radiografías u otras pruebas de imagen para evaluar la extensión y el tipo de fractura.
El tratamiento depende de la gravedad y ubicación de la fractura, e incluye desde inmovilización con yeso o férulas, hasta cirugía para realinear y estabilizar el hueso fracturado con clavos, tornillos o placas. La rehabilitación posterior es crucial para restaurar la función y la fuerza ósea.